jueves, 20 de octubre de 2011

"La desmotivación del profesorado" (Torres, 2006): Introducción

En las dos primeras páginas del libro, Torres realiza una pequeña radiografía de cómo ve el mundo de hoye en día. Por un lado hace referencia al gran número de vertiginosos cambios que se están dando en nuestra sociedad gracias a las nuevas redes de información y comunicación. Cambios que se están produciendo en ámbitos tan diversos como el político, el económico, el cultural, laboral, y por supuesto, el educativo. Por el otro, Torres describe el gran fenómeno de globalización que convive con estos cambios, viéndola como una oportunidad de frenar las grandes desigualdades que se dan entre distintas poblaciones (a nivel de explotación de recursos naturales, acceso a la tecnología, PIB, etc.).
Estos procesos de globalización y los nuevos cambios, vienen acompañados de nuevas formas de pensar, habar, actuar, decidir y relacionarse que influirán de forma significativa en los sistemas educativos. De hecho son estos cambios, los que según Torres, han puesto en relieve que las instituciones escolares están ancladas en valores e ideologías del pasado. La crisis educativa aparece al no haber congruencia entre los cambios que se dan en el exterior (sociedad) y los que se dan internamente en el ámbito escolar. Esta situación puede llegar a provocar que el profesorado se sienta incomprendido. Ante esto, Torres piensa que las instituciones educativas deben de replantearse su situación y adaptarse a las nuevas sociedades democráticas, que demandan un mayor nivel de flexibilidad.
Opinión personal:
Esta pequeña introducción sirve para situar al lector en el contexto actual en el que vivimos, para así poder justificar las propuestas que realiza. Creo que parte del problema de esta “crisis educativa”, está en que los cambios de la sociedad se producen a una velocidad muy superior a los lentos cambios que se dan en la escuela. Ésta es una institución que lucha contra viejas creencias, valores e ideologías muy enraizadas y dominantes.  Y como ya sabemos, éste tipo de cambios son más difíciles de cambiar (Fullam, 1982).
Por último, me ha sorprendido que cómo el autor se ha referido al mundo de la globalización como una oportunidad y no como una amenaza. Normalmente, se suele hablar de ella como algo negativo. No niego que tenga sus cosas malas, pero también tiene sus aspectos positivos y no está demás el conocerlos.
Referencias bibliográficas:
Torres, J. (2006). La desmotivación del profesorado. Madrid: Morata.

domingo, 16 de octubre de 2011

El valor educativo del deporte

Para comenzar el curso ha sido una buena propuesta de lectura. Lo primero que llama la atención al leerlo, es que a pesar de que el artículo sea de hace 19 años, parece que sea muy actual, y eso da bastante que pensar. A continuación, voy a comentar algunos de los puntos el artículo:
A vueltas con los valores
La primera parte del texto (puntos del 1 al 3), el autor realiza una reflexión sobre qué valores se consideran positivos por la sociedad actual, de la práctica deportiva. Entre ellos destaca los de tipo social, higiénicos, saludables, etc.  Sin embargo, el autor defiende que no son estos los valores que justifiquen la educación a través de la práctica deportiva. Para el autor lo realmente educativo es lo conformador de la personalidad del alumno, lejos de ideologías que puedan condicionar los valores a transmitir. De tal forma que lo educativo de las prácticas deportivas no es el aprendizaje de sus tácticas o técnicas, ni los beneficios físicos y psíquicos, “sino el que esas prácticas permitan al alumno comprometer i movilizar sus capacidades de tal manera que la experiencia le ayude a configurar su propio yo y logre su estructuración” (Seirul-lo, 1992). Para ello, el maestro deberá de estar formado pedagógicamente y ser capaz de proporcionar las condiciones de prácticas necesarias en función de los objetivos.
La distinción que realiza Seirul-lo (1992) de los valores que se pueden transmitir a partir de la práctica deportiva entre los exógenos (higiene, salud, mejoras físicas, etc.) y los endógenos (agon, ludus y eros), me recuerda al libro que leímos el curso pasado de de T. Arnold, Educación física, movimiento y currículum (1991), en el cual vimos como este autor justificaba la existencia de la educación si ésta era capaz de aportar intrínsecamente cosas valiosas y no sólo cosas extrínsecas. El deporte (Arnold prefiere utilizar el término movimiento), es educativo ya que aporta intrínsecamente cosas que son valiosas y que otras actividades no pueden aportar (Recordemos las tres dimensiones de Arnold sobre el movimiento: “Acerca del”, “A través del” y “En el”).  Tras leer la parte inicial del artículo, podemos afirmar que tanto Seirul-lo como Arnold, coinciden con Maraj en las grandes oportunidades educativas que tiene el deporte:
 “No existen en la vida cotidiana muchas situaciones que proporcionen como el deporte, el tipo o el número de oportunidades que susciten las cualidades consideradas deseables” (Maraj, 1965:107).
La crítica del deporte realizado en la escuela
Seirul-lo afirma que el deporte que se hace en el medio escolar (No sólo dentro de lo que es la E.F., también las escuelas deportivas), no es educativo ya que no se persigue el desarrollar la personalidad y la capacidad autocrítica del practicante. Se intenta realizar una adaptación del deporte profesional a la escuela, y se realiza primando unos valores que no son los intrínsecos de la E.F. En ese sentido, coincido con el autor, pienso que en edades tempranas lo más importante es el proporcionar la mayor variedad de situaciones de práctica física, con tal de que el niño adquiera el mayor número de vivencias posibles, que le permitan desarrollarse de forma global y completa.
Tal y como se plantea las actividades extraescolares y muchos de los contenidos que se dan en la E.F., lo que se realiza es especializar a los alumnos en modalidades deportivas concretas, realizándose normalmente las que nuestra sociedad tiene estereotipadas (fútbol, baloncesto, balonmano, etc.). Si este modelo educativo se prolonga durante varios años (imaginémonos a un chaval que realiza fútbol sala en su escuela desde 4 de primaria hasta 4º de ESO), lo único que logramos es en educar a niños de forma asimétrica, perdiéndose múltiples vivencias fundamentales para una buena educación. Además de esto, no tenemos en cuenta que los niños son distintos unos a los otros. Si les ofrecemos lo mismo a todos, estaremos actuando de forma inadecuada e incongruente.
Coincido también con el autor, en que el tiempo de práctica es insuficiente, aunque nosotros como futuros profesores/entrenadores, no debemos de excusarnos en ese motivo para esconder nuestra incompetencia profesional. El tiempo que tenemos es el que es, y tenemos que tratar de aprovecharlo al máximo. Como dice Seirul-lo, la gran mayoría de los alumnos que pasen por nuestras clases jamás llegarán a ser deportistas profesionales, ¿Por qué entonces le dedicamos tanto tiempo a actividades deportivas? ¿Estamos enfocando correctamente los contenidos y la metodología de trabajo? Sabemos que muchos de los niños abandonan pronto la práctica deportiva por haber tenido experiencias negativas o por que no les ha gustado el deporte que han practicado, ¿Pero nos planteamos que puede ser debido a nuestra orientación de las clases/entrenamientos? En definitiva, como señala el autor, hay muchos factores que debemos de intentar cambiar (alejarnos de las instituciones, mediar con los agentes socializadores, evitar el profesionalismo…) para tratar de aportar una enseñanza de la educación física y el deporte escolar distinta. Supongo que a lo largo de este curso iremos desgranando todos estos aspectos.
Las propuesta de un Deporte Escolar Educativo
Me parece genial la idea que plantea Seirul-lo de separar las propuestas de enseñanza en dos opciones. Por un lado Una Práctica Escolar Deportiva, común a todos, y previa a la práctica especializada, y por el otro una Práctica Deportiva escolar, que pueda ofrecer una atención específica para los niños que demuestren un talento para poder intentar subir categorías en el ámbito deportivo y quizás llegar a deportistas de gran nivel. De esta forma, garantizaríamos que todos los niños experimentasen una gran riqueza en diversidad de vivencias físicas, ofreciéndoselas desde la reflexión de un profesional que ha diseñado las situaciones pedagógicas de trabajo adecuadas para lograr que los alumnos puedan desarrollarse crítica y globalmente. Der este modo, debemos de ofertarles una práctica en el ámbito escolar lejos de las instituciones y de las ideologías que van de la mano de ellas.
Paralelamente a esa práctica escolar educativa, por la que todos pasarán, también es positivo el ofrecer  la posibilidad a los niños con talento, una aproximación progresiva hacia el deporte competitivo. En ese sentido, coincido con el autor en que es bueno que esos niños realicen las dos tipos de propuestas a la vez siempre que sea posible, y que sea el alumno junto a su entrenador consensuadamente, quienes decidan que pasos dar.
Conclusiones
Veo muy interesante el análisis que realiza Seirul-lo sobre el panorama del deporte escolar y de las propuestas que aporta para intentar realizar el cambio. Me ha gustado la propuesta de combinar tanto una práctica más dirigida ha lograr los valores intrínsecos del deporte como la opcional más orientada a la competición. Desgraciadamente, esta última es la que sigue predominando en la actualidad. De hecho, si nos fijamos en la publicación del artículo (1992), y hacemos cuentas, veremos que 19 años después, vivimos una situación muy similar, ¡19 años! Resulta chocante que con tanta gente que ha criticado el sistema y este modo de hacer las cosas, pase el tiempo y todo siga igual. En mi opinión, tal y como señala Seirul-lo al final del artículo, la clave está en que el entrenador tenga la formación necesaria, la voluntad y la intención de realizar estos cambios. Si nosotros como alumnos de CA.F.E. reflexionamos sobre ello, llegamos a un acuerdo de que es necesario realizar las cosas de otra forma, y luego llegamos a trabajar y no lo hacemos, seguirá todo igual. Soy consciente de que también es necesario el apoyo de las instituciones y de otros órganos, pero creo firmemente que los profesores deben ser los impulsores del cambio. Si uno puede cambiar, los demás también. El objetivo es que cada vez haya más personas afines a este tipo de visión. Será entonces cuando estas iniciativas podrán tener más posibilidades de éxito.
Referencias bibliográficas: