Víctor agradezco profundamente que hayas compartido este artículo con nosotros, sobre todo porque ofrece otra visión distinta sobre la realidad, como vimos en nuestra última sesión antes del largo período vacacional las cosas no son todo lo que son. Depende desde qué perspectiva o filtro cultural las concibamos. En el caso del dopaje, como en otros muchos más, hay una versión hegemónica que reina. Desde el caso Contador y la más reciente, Operación Galgo, hemos vivido una explosión mediática con ganas de cobrarse víctimas, de hacer “justicia”. Yo mismo fui uno más de esa corriente de masas. Ejemplo de ello es el artículo que escribí en LaCaraB después de enterarme de lo de Marta. Pues bien, el tiempo pasa y este artículo me ha abierto una nueva línea de reflexión, que creo muy interesante y que aunque no compartible es recomendable de conocer. También os recomiendo que leáis el post que escribió Paula Roig en la Revista de Actividades Físicodeportivas y los comentarios de los compañeros, ya que pueden aportar otro tipo de argumentos.
De este artículo hay cosas con las que coincido y con otras no, o no tanto. En primer lugar es cierto que la Agencia Mundial Antidopaje (AMA), va modificando de un año para otro la lista de substancias dopantes. Unas entran, otras salen… algunas se permiten hasta “x” consumo… y es cierto que éstas varían entre deportes, pero en ese sentido creo que es normal, ya que cada substancia busca un efecto concreto como lo pueda ser un betabloqueante (reducir las pulsaciones). Éste efecto puede ser muy efectivo para un deportista de tiro olímpico y sin embargo, inocuo para el baloncesto. Por ello no coincido con los autores este argumento en el que denuncian que la ingesta de alcohol en el kárate se sancione y en el judo no.
Como señalan los autores, uno de los principales motivos para al lucha antidoping es que estas substancias pueden dañar la salud. Estoy totalmente de acuerdo con esta idea, lo que pasa es que como dicen los autores en el deporte de alto rendimiento y en algunas modalidades como la F-1 y otras más extremas, se pone en riesgo la salud del deportista. Siguiendo esta idea, se deberíamos de eliminar casi la totalidad del deporte de élite ya que está demostrado que pone al límite las capacidades del ser humano y a la larga suele causar múltiples secuelas… pero claro, nosotros lo que queremos ver es espectáculo, que unos jóvenes deportistas, aparentemente sanos, luchen al máximo y alcancen logros que nosotros nunca podríamos realizar y con los que nos contentamos de ver desde los sillones de nuestras casas. Vale, si queremos buscar realmente la salud del deportista, ¿Por qué no le protegemos realmente, sin exprimirle con un calendario apretado al máximo, y metiéndole altas dosis de presión? La respuesta en mi opinión es que por dinero. Por lo mismo que se permite que la gente consuma alcohol, o tabaco, substancias que son nocivas para la salud pero que son legales… dejo ahí la cosa ya que no me quiero desviar del tema…
Sí, el otro argumento fuerte contra el dopaje es el fair-play, opino que no es justo que gente que consuma substancias que incrementen el rendimiento ganen a otras que han trabajado sin recurrir a éstas. Una cosa es que uno consuma para aumentar su masa muscular sin objetivo de competición (caso de muchos forofos de los gimnasios), pero cuando tú libremente decides participar frente a un adversario y bajo un sistema de competición, lo haces aceptando una serie de normas, y el no cumplimiento de éstas debe de suponer el no derecho a la participación.
Los casos que ponen los autores para justificar que hay otros contextos en los que también se da “dopaje” y en los cuales no se persigue (oposiciones, estudiantes examen, artistas…), no me parecen de toda acertados. No niego que no esté de acuerdo en que no se deberían de dar, sino que en esos casos no perjudican al “adversario”. Y sé que alguno de estos le podrá quitar esa plaza a otro que no consuma esas substancias, pero en esos casos las substancias “ayudan” a los consumidores a no ponerse por ejemplo, nerviosos y así poder mostrar su nivel. Dicho esto vuelvo a insistir que no apoyo este tipo de prácticas, sino que únicamente considero que el argumento que han utilizado los autores en este punto no es el más adecuado.
Por último, tengo que reconocer que es cierto que ya de por sí hay diferencias en torno a la utilización de medios de entrenamiento entre los más ricos y los más pobres y que esto ya de por sí es injusto y en teoría tiene poco de fair-play. Pero claro, en esta vida hay muchísimas cosas que no son justas (que a unos les sobre comida y otros no tengan qué comer, que un enfermo de SIDA tenga más esperanza de vida si procede de U.S.A que del Congo, que haya gente mate en guerras ilegales y que no pase nada…). En definitiva muchísima cosas. Este artículo me ha parecido algo utópico en cuanto algunas de las cosas que dice son puras verdades pero que un servidor duda de ver realizadas algún día. No quiero ser pesimista, soy de los que piensan que el poder está en cada uno de nosotros, y que mediante el esfuerzo de cada uno se puede ir sumando y lograr cosas.
Detrás del dopaje hay un sinfín de personas implicadas (desde el deportista, el entrenador, el representante, patrocinadores… hasta nosotros mismos). Todos somos culpables/inocentes. No nos dejemos llevar por la prensa de masas y seamos críticos, no todo es blanco o negro, miremos desde otras perspectivas. ¿Dopaje? No lo veo nada, nada claro.
Un saludo, Samuel.
Yo tampoco. Pero el artículo creo que pone el dedo en dos llagas: la relación entre el deporte de élite y la salud, y la equidad que se le supone al deporte.
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