Hoy he comenzado la lectura de Mal de escuela, y siguiendo el ejemplo de Pablo, José Vicente Cañamás y Robert, utilizaré este espacio para destacar todo aquello que me llame la atención y quiera compartir con todos vosotros.
EL BASURERO DE DJIBUTI
Estadísticamente todo se explica,
Personalmente todo se complica.
Tengo que reconocerlo, Daniel ha vuelto a sorprenderme. Después de que hace poco leyera su libro Como una novela (leerlo en cuanto podáis), he vuelto a sonreír leyendo su prosa desenfadada, directa, rápida y sincera. El hecho de que hable en primera persona ayuda a que el lector sienta empatía con el escritor, incluso he llegado a sentirme identificado en algún momento, a pesar de que académicamente yo no fuese un zoquete (cosa que en otros ámbitos sí).
En este capítulo el autor nos zambulle en sus inicios como “mal alumno”, y narra su experiencia contando sus sentimientos como alumno y como hijo. No voy a ponerme a citar fragmentos, ya que mis compañeros han realizado una muy buena selección (pasaros por sus blogs) y además inundaría este post con miles de ellos ya que me han gustado muchos. Sin embargo, quiero hablar de los sentimientos vive un zoquete y que aparecen a lo largo del capítulo: miedo, dolor, incomprensión, nulidad, soledad, vergüenza, huir, confusión, necesidad de ser aceptado, humillación, decepción, odio, necesidad de afecto… Sin haber estado en aquella charla de Víctor y Robert (me hubiese encantado estar), me imagino por donde van los tiros… este es un libro que se adentra en donde otros muchos se dan la vuelta, como ya avisa Pennac en la contraportada de su libro. Éste toca desde un punto de vista personal y humano la otra cara de la moneda, aquella que no vemos. Siempre hablamos de los “malos alumnos” diciendo que si no estudian lo suficiente, que si son unos vagos, que no sirven para nada… detrás de todas estas afirmaciones hay personas, humanos que sienten y que pueden estar padeciendo… no puedo seguir escribiendo más ya que quiero irme a seguir leyendo, he hecho un pequeño parón porque necesitaba escribir y ordenar mis pensamientos… me parece un libro genial para que lo leyeran todos los docentes, éstos tienen en sus manos el poder rescatar alumnos desorientados o incomprendidos. Os dejo con toda una página del primer capítulo que en mi opinión, es la esencia del mismo:
“A todos los que hoy imputan la constitución de bandas solo al fenómeno de las banlieues, de los suburbios, les digo: tenéis razón, sí, el paro, sí, la concentración de los excluidos, sí, las agrupaciones étnicas, sí, la tiranía de las marcas, la familia monoparental, sí, el desarrollo de una economía paralela y los chanchullos de todo tipo, sí, sí, sí... Pero guardémonos mucho de subestimar lo único sobre lo que podemos actuar personalmente y que además data de la noche de los tiempos pedagógicos: la soledad y la vergüenza del alumno que no comprende, perdido en un mundo donde todos los demás comprenden.
Solo nosotros podemos sacarlo de aquella cárcel, estemos o no formados para ello.
Los profesores que me salvaron —y que hicieron de mí un profesor— no estaban formados para hacerlo. No se preocuparon de los orígenes de mi incapacidad escolar. No perdieron el tiempo buscando sus causas ni tampoco sermoneándome. Eran adultos enfrentados a adolescentes en peligro. Se dijeron que era urgente. Se zambulleron. No lograron atraparme. Se zambulleron de nuevo, día tras día, más y más... Y acabaron sacándome de allí. Y a muchos otros conmigo. Literalmente, nos repescaron. Les debemos la vida”.
(Pennac, 2007:36).
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